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El árbol de las brujas – Ray Bradbury

Por: Yatzel Roldán


Para mucha gente, escuchar el nombre de Ray Bradbury es sinónimo de ciencia ficción, de Crónicas Marcianas o de Farenheit 451, aquellas novelas que nos hablaban de un futuro en Marte, de la desaparición de la Tierra o de una sociedad distópica en la que los libros no tienen cabida. No obstante, este autor tiene una obra muy variada, en donde aparecen libros como “El árbol de las brujas”.

Ya que estamos en días de recordar a los que se fueron, hay que recordar que no somos el único país que conmemora a sus muertos.


Teniendo como pretexto el Halloween del país vecino, Bradbury nos lleva por un recorrido a través del espacio y el tiempo a diversos rituales y festividades a las almas; así, durante la Noche de Brujas, un grupo de niños y Mortajosario, quienes deben recuperar a Pipkin (uno de los niños que pertenece al grupo de amigos), viajan al antiguo Egipto y conocen en carne propia a las momias; atestiguan un momento en el que los romanos acaban con los druidas celtas, tildados de paganos; viajan por la Europa medieval, en la que se dan cuenta de que las brujas fueron perseguidas por su sabiduría; aprenden sobre Notre Dame y sus gárgolas, llegan a México a la fiesta de Todos Santos, y se maravillan porque para nosotros este día es una fiesta de regocijo y recuerdo, además de color y sabor; al final, les queda tiempo para rescatar de las catacumbas a Pipkin y regresar a su pueblo, sabiendo que “es todo uno, siempre lo mismo pero siempre diferente, cada época, cada tiempo. El día siempre se acaba. Siempre caía la noche.”


Les dejo una de las citas que más me gustó: “Una docena, un centenar, mil bujías se encendieron, y al fin parecía que la gran constelación de Andrómeda hubiese caído del cielo y se hubiera echado aquí a descansar en el corazón de la casi medianoche mexicana.


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