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Su majestad el taco árabe. La historia y sus narrativas – Varios Autores

Por: Yatzel Roldán


Su majestad el taco árabe. La historia y sus narrativas – Varios Autores (96 págs.)

Este libro está compuesto por 18 relatos cuyo protagonista es, claro, su majestad: el taco árabe. A lo largo de estas narraciones se plantean una serie de memorias-cuentos-situaciones ficticias que nos sacan sonrisas, nos llevan a lugares muy específicos de la topografía sentimental de todo habitante de esta ciudad; se plantean escenarios futuristas, en los que los personajes ponen en juego su vida, por un fragmento de recuerdo culinario; se da al taco árabe la posibilidad de forma parte de expresiones teatrales; etc. Además, se hace evidente la cómo las migraciones han impactado a las cocinas regionales y nacionales. Mis cuentos favoritos fueron: Los tacos árabes de Nunca Jamás, Un poblano en el espacio, Tacos árabes en busca de autor, Lord Cangrejo, Repertorio de tacos para una actriz versátil y El taco de Tony. ¡Súper recomendable!

Sin duda es un material muy peculiar, puesto que, para su creación se convocó a un grupo de escritoras y escritores quienes escribieron un texto en torno a este platillo que forma parte de la identidad y la memoria de la ciudad de Puebla. Los primeros tres textos, que son más un intento de historia y crónica de este taco, son interesantes; ya que dan datos sobre el posible origen de este platillo. Cuando llegué al primer cuento, me emocionó leer calles, nombres de personas, lugares, ingredientes que tienen algo que ver con su majestad. Después, quedé fascinada por la calidad y la inventiva de los relatos; incluso hay uno muy chistoso, en el que los tacos árabes se usan como utilería de puestas en escena teatrales, y al mismo tiempo, terminan siendo el banquete del grupo de teatro en cuestión.

Recordé la vez que tuve que pasar una semana en la Ciudad de México, y en la que, por inexplicable que parezca, tenía un par de antojos en la cabeza desde el primer día: una cemita y unos tacos árabes. También vinieron a mi cabeza las diversas ocasiones en las que por una u otra razón, por el puro placer investigativo, mis amigos y yo entrábamos a alguna taquería a “catar tacos”: como es común, cada quien tenía sus preferidos (hasta hace no mucho, los míos eran los Tony), había quien defendía La Oriental del portal, los de la 5 poniente frente al antiguo Hospital UPAEP, quien decía que los tacos El Sultán de la 5 de mayo eran los mejores, o los que preferían los Cambry de la 4 oriente, cerca de Salubridad y la, ahora, Prepa Lázaro. Hasta hace algunas semanas no había tenido el placer de probar los tacos Bagdad, que incluso salen en un capítulo de Ugly delicios del chef David Chang, afirmando que son los inventores del taco árabe (este negocio pertenecía a uno de los hermanos Galeana, famosos por la leyenda, precisamente, de ser quienes los prepararon por vez primera; el otro hermano Galeana, fue el fundador de La Oriental del portal): entre el antojo de las pelonas, molotes, chalupas y demás; mandamos a pedir una orden de carne árabe a dicho lugar, y fue una revelación: su sabor era lo más cercano a los tacos árabes que yo recuerdo de mi niñez.

Como decía, mis tacos preferidos eran los de Tony, porque mi familia materna tenía por costumbre comer allá: mi abuelo era amigo del señor Tony, y supongo que por eso acudían a este lugar. No sé en qué momento de mi vida empecé a placer de estos tacos, pero mi memoria siempre me lleva al centro de la ciudad y a la casa de mi abuela, cuando intento identificar ese momento: no cabe duda que la comida escribe historias y mantiene una serie de relatos fundacionales y de pertenencia a un territorio, sin importar de dónde haya venido.

Les dejo un par de citas que me gustaron mucho:

“En Puebla reinaba el ánimo del nuevo milenio y se percibía en las calles y en las aulas universitarias; estaban en una especie de boom cultural, científico y literario, pero el gran resonante era el gastronómico. No faltaba quien no dijera que en Puebla se come muy bien, “debes probar esto o aquello”, “los chiles en nogada imperdibles”, “las cemitas son verdaderamente sabrosas, las de milanesa son mis preferidas”, me dijo un veracruzano que estudiaba en Cholula. Y no se diga del taco árabe: los trompos y sus variantes fungían con autoridad en el lenguaje poblano; es decir, se concebía a la comida como una religión. Otro rasgo de coordenada y coincidencias en el lugar. Se sabe que en Puebla hay más de 300 iglesias. Imposible no decir que la comida es una religión; eso sería pecado capital, una soberbia inadmisible no comer una buena dotación del famoso taco árabe poblano.” (El taco de Tony – Juan Becerra Hernández)

*

“La cosa es que los meseros toman el pedido y regresa, un rato después, con un platón de seis, ocho, doce o más tacos, dependiendo del tamaño del pedido y apilados en formación piramidal. Uno empieza a comer y, mientras tanto, los tacos se van enfriando. Al final, los últimos están fríos y húmedos por los vapores. Pero, si se toma la precaución de ir pidiendo poco a poco, siempre estarán recién preparados. Un consejo práctico que sigo usando hasta estos días.” (Una de árabes – Juan Espinosa de los M.)



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